El Etna, con sus 3.300 metros de altura, es el volcán más alto de Europa y el parque natural más grande de Sicilia. En autobús se puede llegar hasta los 1.800 metros, donde se pueden admirar los “Cráteres Silvestri”, ya inactivos, y pasear entre tiendas de souvenirs y bares. Desde allí, se puede continuar en teleférico hasta los 2.200 metros y decidir si subir en minibús 4×4 hasta los 3.000 metros, desde donde —acompañados por expertos guías alpinas— se puede acceder fácilmente a la zona de los cráteres sommitales, manteniendo siempre una distancia de seguridad.
Taormina, desde 1800, ha sido destino de grandes viajeros europeos, gracias a su clima templado, sus paisajes, su mar, sus restos arqueológicos y sus callejuelas medievales. La mejor manera de visitar Taormina es de forma individual, para descubrir con calma los rincones más encantadores de la ciudad; pero con un guía turístico experto recomendamos al menos visitar el Teatro Antiguo (el segundo más grande de Sicilia), con una espléndida vista de la bahía de Taormina y del Etna humeante, el Odeón romano y contemplar el sobresaliente ejemplo de arte medieval que es el Palacio Corvaja. También es “imprescindible” dar un paseo para ir de compras.
Siracusa: la visita de la ciudad comienza en el parque arqueológico, donde se encuentran el Teatro Griego (el segundo más grande del mundo), el altar de Hierón, el “Oído de Dionisio” (una cueva artificial) y el anfiteatro romano. La visita puede continuar en el centro histórico barroco de la ciudad, en el islote de Ortigia; allí se pueden admirar los restos del Templo de Apolo, la catedral barroca (construida sobre el preexistente Templo de Atenea, del cual aún son visibles las columnas) y la mítica Fuente Aretusa con sus plantas de papiro.